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Foto del escritorRAPHAEL COSTA

Por qué merece la pena contratar a un ingeniero. Parte I


Es caro, Sr. Zé dijo que puede hacerlo con la mitad de eso

Aunque los proyectos y homologaciones cuestan, por término medio, sólo el 5% de la obra, el imaginario popular sigue arrastrando la idea de que contratar a un profesional especializado -es decir, un ingeniero o arquitecto- encarece el trabajo. Esta idea se remonta al pasado colonial, donde la mano de obra especializada era cara, y la mayoría de los profesionales del ámbito de la AEC (Arquitectura, Ingeniería y Construcción) estaban vinculados al imperio. También está relacionado con la idea de los arquitectos Popstar, donde una simple casa de 100 m2 puede costar un millón simplemente por la firma del diseñador.


Pero lo cierto es que este pensamiento está muy alejado de la realidad actual del mercado de la construcción. A la hora de explicar por qué merece la pena contratar a un ingeniero, muchos colegas de profesión prefieren centrar sus discursos en la importancia de la ingeniería, en la seguridad y estabilidad de las estructuras o en la racionalización del uso de los materiales. Considero ambos argumentos válidos, pero alejados de la realidad del cliente, que ante una gran cartera "del conocido albañil", creen que la estabilidad de 10 viviendas asegura la de 11 viviendas. Prefiero arrojar luz sobre algo más importante, también relacionado con la cuestión de la seguridad pero menos extendido: el método de los estados límite.


No, este texto no tratará el aspecto técnico de los estados límite, no se preocupe, mi misión aquí es sólo explicar a los profanos cómo se hacen los proyectos de ingeniería. Pero he aquí una pequeña introducción: a partir de principios de los años 90, los proyectistas brasileños comenzaron a adoptar el Método de los Estados Límite, siguiendo una tendencia mundial, comenzando a enseñar dicho método en las escuelas de ingeniería y actualizando gradualmente las normas estructurales para trabajar bajo tales métodos. Se trata de un método semiprobabilístico, que entró en vigor para sustituir a un método determinista. No te preocupes, no necesitas saber lo que significa semi-probabilístico y determinístico, no necesitamos discutir eso.


Lo que hay que saber es que toda estructura, por muy segura y bien construida que esté, se deforma, y éste es un proceso natural que los profesionales cualificados tienen en cuenta a la hora de dimensionar cualquier estructura. La consideración se hace tomando dos hipótesis: el Estado Límite de Servicio y el Estado Límite Último. El primer estado se refiere a cuánto debe soportar la estructura hasta que su deformación represente una incomodidad para el uso del usuario. Un ejemplo de ello son las estructuras de madera de los tejados, que tienden a formar una "barriga" con el tiempo. Sí, amigos míos, está calculado.


Casas holandesas torcidas debido al asentamiento de los cimientos. Las deformaciones se calculan mediante ingeniería.

El segundo estado es el "estado límite final", igualmente importante en el aspecto del diseño, pero infinitamente más relevante cuando se trata de la seguridad del usuario. Es el estado de ruina, es decir: cuando las deformaciones de la estructura la llevan al colapso, provocando graves riesgos para la integridad física de los usuarios. A diferencia del Estado Límite de Servicio, el Estado Límite Último es el estado al que ningún edificio, actuando bajo sus criterios dimensionales, debería llegar. ¿Y qué significa esto? Significa que el ingeniero calcula todas las hipótesis probables de fallo de una estructura y la dimensiona para soportar las fuerzas a las que estará sometida. Además, la estructura está dimensionada para avisar al usuario de que está llegando a sus límites.


No has leído mal, la estructura avisa al usuario de que ya no soporta la carga, no sólo dándole la oportunidad de hacer algunas reparaciones sino también de garantizar su seguridad en casos extremos, posibilitando la evacuación del lugar. De forma más simplificada: en caso de derrumbe, la casa no se derrumbará sin avisarle, con un ruido sordo, con grietas aparentes, con puertas y ventanas alabeadas, con elementos estructurales "avergonzados" o visiblemente torcidos, con agua encharcándose en lugares que antes no se encharcaban y con varias otras señales de advertencia.



Loucura loucura.

"Pero entonces sólo tienes que hacer una estructura un poco más robusta que pueda soportar todo eso"

Por desgracia, no es tan sencillo. Al dimensionar una estructura, el ingeniero trabaja con dominios de deformación: en el caso de las estructuras convencionales de hormigón, existen similitudes con las estructuras de acero y madera. Los dominios indicarán al ingeniero cómo se comportará la estructura a medida que aumente la sección, o si aumenta la tasa de acero (cantidad de acero). Existen dominios específicos a los que el diseñador debe prestar atención a la hora de diseñar una estructura. Estos dominios indicarán, por ejemplo, si la rotura del elemento será brusca o si se producirá tras una gran deformación. Por ejemplo, el uso excesivo de armadura (acero) puede hacer que la estructura quede superreforzada, no permitiendo la cesión del acero. En otras palabras, el hormigón se romperá antes que el acero. El formato de ruptura es abrupto y antieconómico, porque se ha gastado más acero para una estructura menos segura.

"Ah más así que sólo aumentar la sección"

Desgraciadamente recaerás en el mismo error, pero esta vez suboptimizando el hormigón, y aún teniendo una rotura brusca.

"Ah, pero ¿crees que el Sr. Ze no lo sabe?"

No, "Seu Zé" no lo sabe porque ni siquiera el ingeniero que diseñará la construcción lo sabe, por el simple hecho de que cada caso es un caso, y hay diversas variables que influyen en el diseño. Las condiciones meteorológicas, el terreno, el número de pilares y vigas, la disposición de los elementos estructurales, el tipo de acero elegido, el número de barras utilizadas, la agresividad del entorno, el número de estribos utilizados, el tipo de hormigón empleado, los tipos de actividades que realizará la estructura, las sobrecargas de uso de la estructura, y muchos otros aspectos que se tienen en cuenta a la hora de dimensionar. No se puede saber con la cabeza, sólo calculando.


La gran verdad es que la Ingeniería consiste en resolver problemas buscando la mejor solución, que siempre incluye tres pilares básicos: funcionalidad, economía y seguridad. Sólo un profesional formado en los sólidos conceptos académicos de la AEC puede diseñar una estructura que garantice tales principios.


En la Parte II mencionaré en temas las razones para contratar a un ingeniero.

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