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Foto del escritorRAPHAEL COSTA

Yo y la iniciativa empresarial escénica

Publicado originalmente no medium em março de 2018 em: https://medium.com/@raphamarks3/o-eu-e-o-empreendedorismo-de-palco-537ac23719c1


Hace poco vi en Linkedin de un "emprendedor" la imagen de Paulo Lemann con la cita: "Nunca he conocido a un pesimista de éxito", y me vinieron a la cabeza nombres como Nietzche, Kafka, Van Gogh, Dostoiévski o el mismísimo Bukowiski. No es que sus complejas personalidades puedan sintetizarse realmente en una única constante taxativa, pero sin duda eran personas que huían de esta lógica del empresariado de escenario, de este positivismo empresarial inflado por personalidades "modelo".


Dejando a un lado a los empresarios modelo, es interesante echar un vistazo más crítico a esta mentalidad empresarial que piensa fuera de la caja. Siempre digo que cada vez que oigo eso de "piensa fuera de la caja", me imagino a la persona dentro de una caja, celebrando haber salido de otra caja, como muñequitas rusas en un bucle infinito. Esto se debe a que la actual "generación emprendedora" no es capaz de entender que el conocimiento humano se da en varias capas, por mucho que nos liberemos de los "moldes" de una siempre caemos en otra.


La capa actual de empresarios escénicos tiene refinamientos tibetanos, aderezados con una cocina pseudo budista hindú que habla de espiritualidad, pero contempla la vida en una pantalla de ordenador. Quizá porque buscan el camino de grandes mentes visionarias que poseían una huella zen, representada por el icónico Steve Jobs. No es que eso tenga nada de malo, pero admitámoslo: si emprender consiste en innovar procesos y aplicar nuevas ideas, seguir un camino ya trillado no es exactamente ser emprendedor, ¿verdad?


"Pero no se puede reinventar la rueda. Realmente no puedes, pero puedes pensar en un neumático, una bicicleta, un coche que vuele... Lo que no puedes hacer es seguir una cartilla de TED o MEJ y sentirte emprendedor sin haber arriesgado ni una sola vez en tu vida. Emprender no tiene nada que ver con formar parte de una empresa jr, esto es ser un empleado, es corporativismo. Y el mayor síntoma de ello es ver que los jóvenes que forman parte de EJ se niegan a trabajar en las vacaciones universitarias, o bien retrasan siempre una tarea en la semana de los exámenes. El riesgo es cero.


Emprender es innovar, un proceso que implica una fisura creativa que no es más que una ruptura con el statu quo. Cuando los profesionales van a lanzar un nuevo producto, forma parte del Design Thinking comprender y elaborar formas de insertar este producto en el mercado, averiguar cómo mejorar su inserción en la sociedad, su aceptación y su usabilidad. Herramientas como Consumer Path pueden formar parte de un estudio más amplio en la creación de un bucle curativo, que ayudará al producto a posicionarse bien en el mercado.


Microsoft lanzó un Tablet en 2005, pero lo más probable es que pienses que Apple creó la tecnología, sólo porque en la compañía de la manzana, la malla de la cicatriz se apoyaba en los ipods e iphones, lo que aseguraba el éxito final, familiarizando al usuario con la tecnología mucho antes de su lanzamiento.


Si se consideran como una malla curativa de una innovación de la sociedad en su conjunto, el Movimiento Junior Empresa y TED son entidades fascinantes, que actúan de forma que contribuyen a una sociedad más comprometida y creativa. Dicho esto, es lamentable que esos canales hayan sido expoliados por meros espectadores, que repiten un discurso en consonancia, como un mantra, jóvenes que han leído a Orwell, pero que viven en la sociedad de Huxley, anestesiados por el entretenimiento de sus smartphones, apegados a la información y la innovación, y desconectados de la realidad de un mundo en el que el 53% de la población no tiene acceso a internet, y el 13% ni siquiera tiene qué comer para el almuerzo.




Pero esta anestesia forma parte de la cultura de una generación que nació preparada, y que necesita esta alienación para poder vivir en su propia realidad, en la que esperan que el mundo les reconozca, que acepte su genio y su mente visionaria -lo que me recuerda un fantástico artículo de Eliana Brum sobre el tema, que puedes ver aquí. Una generación que desea descubrir al próximo Nirvana, pero que se contenta con las actuaciones de La Voz.


Igualmente sintomático en esta generación es su ideal de éxito profesional, reflejado en una carrera llena de periodos sabáticos de vacaciones en Bután, con un abultado cheque a fin de mes. Es una mezcla de utopismo con un poco de torpe elitismo. La idea de "triunfar en la vida" se asocia a largos periodos de relajación y a una situación económica más que "favorable".




La generación del emprendimiento escénico vende, y vende muy bien. Hablan de sostenibilidad, política, compromiso social, todo ello sin haber abierto al menos un libro de filosofía. Se quedan en la poca profundidad, en la superficie, con los autores frescos. Se deleitan con horas de debate sobre izquierda y derecha, fascismo y socialismo, pero no han leído ni una sola línea de Trotsky, Marx, Adam Smith, Weber o Rousseau. Son incapaces de comprender que las biografías de renombre se forjaron a partir de la vasta literatura que influyó en ellas. Quieren ser el próximo Bill Gates, pero no quieren leer "El arte de programar ordenadores" de Donald Knuth. La verdad es que nunca se ha leído tanto en el mundo, y nunca se ha leído tan poco, o mejor dicho, nunca se ha leído tanto sobre tan poco.


De hecho, siempre me hacía gracia cuando mis amigos me preguntaban qué libros sobre iniciativa empresarial leía y se sorprendían de que mis listas no incluyeran obras como "El monje y el ejecutivo" o "Las 48 leyes del poder". Nada en contra, nunca he leído esos libros y no los conozco, pero siempre me han hecho gracia las caras de sorpresa que ponían cuando se enteraban de que prefería leer una Harvard Business Collection -ese viejo libro de nueva cultura de tapas azules que se ve en todas partes- antes que dedicar mi tiempo a algo más "moderno". Pero sólo soy un joven padawan que prefiere leer "El discurso del método" a "Quién movió mi queso".


No se trata de ser un modelo o de seguir un modelo, se trata del simple hecho de que lo más probable es que: no haya modelo. Bukowiski lanzó su primer libro a los 49 años -después de trabajar tediosos años en Correos-, encontró la inspiración en su mayor aburrimiento y su primera novela se convirtió en un éxito. Andrea Bocelli tocó el piano en bares hasta los 33 años, Ray Kroc vendía máquinas de batidos a los 52, hasta que conoció a los creadores de MacDonalds y lo convirtió en la mayor franquicia del mundo.


Ninguna de estas personalidades se considera un modelo de iniciativa empresarial, se prefiere meterlas en las bolitas de los "genios", porque pueden experimentar el fracaso. Pero no los empresarios. Los empresarios sólo tienen casos de éxito y casos de aprendizaje, piensan en positivo, son siempre optimistas, nunca tuvieron dudas sobre sus ideas, nunca cuestionaron, se llenaron el pecho y siguieron adelante.















En realidad, la frase anterior describe mejor a un soldado que a un empresario. Muchos quieren crear la próxima gran aplicación, el próximo facebook, el nuevo ipad, quieren ser el próximo Elon Musk, pero no están dispuestos a enfrentarse a horas de pesada programación, a la quiebra de Next, al aislamiento enfermizo y al temperamento explosivo del fundador de apple, ni quieren ser el joven empollón, sin dinero y sin chicas, que dejó la universidad para convertirse en el hombre más rico del mundo vendiendo soft micros, o microsoft tal y como lo conoces.


La verdad es que no existe ningún camino, ninguna regla de oro válida que señale el camino hacia el éxito, hacia la felicidad. Pero si el budismo tibetano puede enseñarte algo, que sea saber que el camino hacia la felicidad pasa primero por el dolor, por el sufrimiento. Y si emprender es crear, y crear implica fracasos, prototipos, pérdidas, errores y aciertos, esto también implica autoconocimiento. Y si el autoconocimiento es aceptar tu naturaleza, tal vez seas un pesimista como Dostoievski, un depresivo como Van Gogh, o un cínico como Bukowiski, o creas que "sólo los paranoicos sobreviven" como Andy Groove de intel, o tal vez incluso seas un visionario con una espiritualidad india como Pete Townshend y Jobs. Pero que nunca seas la proyección de un sueño que te vendieron, de un modelo que compraste sólo porque te gustaba la portada.


Pero si sigues buscando un camino hacia el éxito, quizá Bukowiski tenga algunos consejos para ti...


https://www.youtube.com/watch?v=ZN1Tw8XM1LY

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